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Alejandro G. Calvo y los libros que transmiten pasión por el cine

En '¿Por qué tengo que ver esta película', el crítico nos invita a un viaje personal y ajeno a etiquetas de la historia del cine, del clásico al más reciente.

Alejandro G. Calvo (Foto: Fran J. Martín)
Alejandro G. Calvo (Foto: Fran J. Martín)
Guillermo Arenas España /

Cualquier lector con un interés por el cine que vaya más allá de lo meramente casual es más que probable que se haya cruzado con alguna de las críticas de Alejandro G. Calvo. Crítico cinematográfico desde hace más de dos décadas, su firma ha estado presente en gran parte de las revistas especializadas del país, pero desde hace unos años sus vídeos para la web Sensacine han llegado a un público cada vez mayor, que se contagia de su pasión por el medio más allá de géneros y décadas. Entre críticas, festivales y proyecciones de películas con charlas posteriores, Calvo acaba de publicar ¿Por qué tengo que ver esta película?, el libro en el que retoma, desde otro punto de vista, la recomendación de algunas de las películas más importantes de su vida que ya inició con Una película para cada año de tu vida. Con él hablamos de este nuevo libro, del papel de la crítica en la actualidad y nos recomienda grandes libros escritos por cineastas.

Video: entrevista y libros recomendados de Alejandro G. Calvo

Alejandro G. Calvo: entrevista y libros recomendados
Alejandro G. Calvo (Foto: Fran J. Martín)


Explica Alejandro G. Calvo que era importante que ¿Por qué tengo que ver esta película? fuera un libro distinto, de los que ya se han publicado sobre cine y del suyo anterior. “Para mí era muy importante que yo ofreciera algo, que no fuera un libro más, porque si iba a ser un libro más iba a ser un libro peor: hay muchos críticos mejores que yo”, explica. Su editorial le propuso hacer una historia del cine, algo imposible de condensar, pero se quedó con una recomendación. “Me dijeron ‘aborda la historia del cine y hazla por bloques’, y me gustó la idea. Hay que abordar la historia del cine sin complejos, sin miedo, lo que significa que, debido a la gran cantidad de películas y directores que hay, por lo general cuando hablamos de cine clásico tendemos a hablar siempre de las mismas películas. Al final parece que la historia del cine tenga 20 películas importantes y el resto no. Vivir el cine es algo precioso, y eso no puede reducirse solo a que todo el rato estemos hablando de Casablanca”, cuenta.

Así, en este nuevo libro afronta esa historia personal del cine a través de diferentes bloques, desde películas que rompen el corazón al terror. En la selección, encontramos tanto clásicos como títulos más recientes, una declaración de intenciones. “Yo no concibo el cine así, yo concibo el cine como un todo y me gusta acercar la cinefilia, el amor al cine, sobre todo a la gente joven”, cuenta. “A mí me sigue mucha gente joven, una de las cosas más bestias que me ha pasado en la vida: empezar a hacer vídeos y que y que un montón de chavales y chavalas me paren por la calle, vengan a las sesiones que monto en el Cine Paz o en la Filmoteca, gente que a veces no tienen 18 años y que van a ver por primera vez Grupo salvaje o Arrebato. Siendo un pleno defensor de la historia del cine y de que hay que ver cine clásico y de culto, también creo que ahora se hacen muy buenas películas, que cada año hay 8, 9, 10 obras maestras nuevas que merecen nuestra celebración”.

Películas a lo largo de una vida

Así, en ¿Por qué tengo que ver esta película? asistimos a un recorrido que salta de una época a otra, de un género a otro, pero siempre unidas por una pasión. “Con el texto de Lost in Translation me puse muy personal. Yo en mis vídeos soy muy personal, pero en los textos siempre tiendes a distanciarte un poco, y en este caso me salió así sin quererlo”, explica. “A mí me gustó, a mi mujer Penélope, que me ha corregido todo el libro, le encantó, y ahí empezó a salir el libro. Tomé esa dirección y me lo pasé muy bien, teniendo en cuenta el enorme sufrimiento que conlleva escribir un libro cuando tienes un trabajo, no sé cuántas colaboraciones, dos hijos pequeños, no sé cuántos festivales que cubrir, y que no puedes parar nunca de escribir”, recuerda.

Con esa película de Sophia Coppola, Calvo cuenta la importancia de transmitir la experiencia de ver una película, que cambia con el tiempo. “No es lo mismo ver Lost In Translation cuando se estrenó, que yo era poco más mayor que Scarlett Johansson, que ahora cuando la he vuelto a ver y soy cuatro o cinco años más joven que Bill Murray. La identificación en la película es muy distinta, me he sentido muchísimo más Murray que cuando la vi por primera vez”, admite. “Mi labor es poner en palabras esa reflexión, esos sentimientos y también mi experiencia, porque creo que así se entiende mejor. Yo te explico por qué esta peli me gusta, no solo por cómo es la peli, sino también por cómo he recibido la película. Y esto es un viaje: igual la vuelves a ver dentro de diez años y te parece distinta, y pensando en lo que eras, lo que dijiste entonces, también tú mismo te entiendes”.

La parte personal es importante porque el cine no depende únicamente de las películas, sino también de quiénes somos nosotros

Con este libro, Calvo admite haberse sentido muy liberado. “En el libro eres más libre porque piensas que igual no lo lee nadie”, bromea. “Cuando haces un vídeo de una peli que se espera mucho ese vídeo lo pueden ver 100.000 o 200.000 personas, y es imposible no ser consciente que, si acabas de ver en Cannes la nueva peli de Tarantino, ese vídeo va a quemar. En el libro he operado con una libertad tremenda, pero con un equilibrio. Es decir, no puedes pasarte de personal, estilo críticos súper conocidos que solo se acercan al cine desde ellos mismos, y ellos son los importantes. Eso a mí no me parece crítica cinematográfica. El director, la obra es lo importante. Pero sí que considero importante meter la parte personal porque el cine no depende únicamente de las películas, depende de quiénes somos nosotros, de cómo nos encontramos cuando las vemos, de dónde estamos cuando las vemos, en qué momento de nuestra vida, y eso afecta a la relación que tenemos con las películas”.

El valor de la crítica

Confiesa Alejandro G. Calvo que para él es imposible ver una película sin pensar que es trabajo. “Todo lo que veo, aunque sea por placer, es trabajo porque todo me puede llevar a algo, todo me sirve”, explica. “La labor de revisión me está llegando con mis hijos, que ellos sí que están por primera vez asomándose a películas y entonces vemos muchísimo cine en casa. Es una de las cosas más bonitas de la paternidad, estar con tus hijos viendo películas”.

La opinión profesional es más importante ahora porque nunca habíamos tenido tantos estrenos, hay que aprender a discernir

Ese trabajo, cuenta, es para él más importante en un momento como el actual, en el que la recomendación se ha atomizado y las redes sociales pueden hacer que la labor de la recomendación se diluya. “Cuando yo tenía 25 o 26 años, alguien me dijo por primera vez que elegía las películas en función de lo que pensaban sus amigos en FilmAffinity”, recuerda. “En ese momento me dije que igual los críticos teníamos que espabilar y dejar de ser tan creídos, dejar de pensar que lo que decimos se escribe en piedra. Que haya muchísima gente escribiendo críticas en Letterboxd o en redes sociales, a mí me parece precioso. Aunque no tengan ni idea, aunque les falte toda esa experiencia, todos esos visionados. Yo cuando empecé a escribir tampoco tenía ni idea. Si me llego a cortar, hoy estaría haciendo otra cosa”.

“Al mismo tiempo, creo que la opinión profesional es más importante porque nunca habíamos tenido tantos estrenos cada semana y hay que aprender a discernir”, continúa “Hay muchísimo ruido, hay muchísima tarifa plana de películas y series, y por eso los críticos nunca en la historia del cine habíamos sido tan importantes. Crítica de cine es salir del cine y hablar con tu colega a qué te ha parecido. Eso es contagiar el amor por el cine también. Y al mismo tiempo necesitamos, todos los que somos prescriptores, trabajar más fuerte, ser más responsables y no cejar nunca en poner atención”..

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