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Especial Los nuevos padres de la literatura: así se muestra la paternidad en los libros de hoy

Lucía Rojas España /

Hay pocos temas más constantes en la historia de la literatura que las relaciones familiares. Cómo nos conforma lo que sucede en el seno del hogar, para bien o para mal, en especial en la infancia y adolescencia, es una experiencia tan universal que, como ya hemos visto, es un tema literario inagotable. La cosa cambia si, bajo el microscopio, nos fijamos en especial en una de esas líneas que marcan los lazos de sangre: la de los padres con sus hijos e hijas. Una relación tradicionalmente menos cercana a la que tienen las madres, y a menudo marcada por la exigencia, la severidad o la incomprensión. Al menos, hasta hace poco. Una nueva generación de autores están mostrando la paternidad desde una perspectiva contemporánea, poniéndola en el centro de algunas de sus obras y mostrando cómo han cambiado las relaciones entre padres e hijos.

Del enfrentamiento a la cercanía

En 1862, Iván Turguénev publicó Padres e hijos, una de sus obras más famosas y un clásico de la literatura rusa del siglo XIX, una obra que nos habla del abismo que puede mediar entre una generación y otra. La relación entre padre e hijo se ven en esta obra clave separadas por el abismo del momento social en el que se vive, con unos jóvenes que buscan cambiar lo que hicieron los que vinieron antes de ellos.

Si buscamos más hacia atrás en el tiempo, esa relación se muestra no tan rota pero sí desde la tensión que ejerce la generación precedente. La traición y la ambición humana nos muestra en El rey Lear que la miseria humana también puede aparecer entre las personas más cercanas, mientras que los clásicos griegos inciden en el peso de la tradición y de las expectativas que se depositan en los hijos. Esa relación, entre el deber y la falta de comunicación, se resume de la manera más cruda en la Carta al padre de Kafka. Un ejemplo de cómo vivía el autor de El proceso la relación con su progenitor sacado de ese texto: “Nunca comprendí tu total insensibilidad frente a la pena y la vergüenza que podías causarme con tu poder”.

La paternidad, sin embargo, ha cambiado, y por lo tanto su manera de reflejarla en la literatura. De manera paralela a cómo la maternidad ha ido ganando protagonismo en las obras de muchas autoras, visibilizando una realidad que estaba silenciada durante siglos, en los últimos tiempos hemos visto como escritores hombres reflejaban su condición de padres desde una perspectiva de cercanía, descubrimiento y asombro. Es el caso de Andrés Neuman en dos de sus últimos libros, Umbilical y Pequeño hablante, que siguen el proceso de ver crecer a un hijo desde el descubrimiento a la vida, al lenguaje y al amor.

También el chileno Alejandro Zambra emprende ese viaje en Literatura infantil, contraponiendo su propia experiencia como hijo con la de ser padre. Y el argentino Juan Sklar en sus Cartas al hijo, en una transmisión del sentir y el saber que acercan a uno y a otro en una suerte de nexo que se vale de la literatura para fortalecerse. Esa doble experiencia, la de ser padre recordando la fase de ser hijo, se contrapone también en Un hijo cualquiera, de Eduardo Halfon.

Las brechas generacionales y, sobre todo, emocionales, se han ido derrumbando entre la manera de representar la relación entre padres e hijos. Un reflejo de cómo la sociedad está cambiando, y con ella también las maneras de salvar algunas de las distancias tradicionales que, de manera paradójica, se han perpetuado en una de las relaciones más cercanas que pueden existir.


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